La Junkie
- Apestas.
Tenía razón.
- Hay dos olores que reconozco a la perfección, el de la marihuana y el olor a sexo.
Toda la razón.
- ¿Y a esta por qué te la tiras? ¿Te hace volar, acompañado de hierba?
- No, sólo flotar.
Y es que cabe aclarar que no es lo mismo, aunque lo parezcan. Pero a la mala hay que aprender la diferencia.
Y así fue, al día siguiente, al entrar a casa la encontré con no sé cuántos porros consumidos. Ella, desnuda, fumando el último de ellos. Se acercó a mí cadenciosa, trastabillando, torpe.
- ¿Ahora te parezco atractiva?
No respondí
- ¿Qué pasa, cabrón?- me dijo justo después de meterse una pastilla a la boca.
Y en cuestión de segundos la tenía en el asiento del auto, después de un ataque por sobredosis en camino al hospital. Después de ser atendida por los médicos me dejaron pasar la noche con ella, hasta el día siguiente en que despertó.
- ¿Volaste o flotaste? - le pregunté.
- Nada de eso, me caí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario