jueves, 27 de enero de 2011

De la objetividad y la ciencia

   Durante mucho tiempo me he preguntado acerca de la esencia del quehacer científico. Recuerdo cuando de pequeño jugaba a ser ecologista o a explorar cavernas y encontrar toda clase de fauna bajo las piedras; en principio mi vida parecía apuntar hacia un trabajo científico: "buscando la verdad"

   Pero la verdad es que en mi madurez temprana no he podido definir lo que es verdadero (si es que el enunciado anterior tiene sentido), y a pesar de los comentarios que en la escuela he podido recibir respecto a la incertidumbre que como "parte del gremio" nos aqueja no he dejado de ejercer las actividades que me llenan completamente.

   Lo siguiente se debe a varios motivos, que iré tratando paso a paso. El primero de ellos es que después de varias noches de insomnio me han hecho pensar que las matemáticas NO SON UNA CIENCIA. Quizás parezca muy atrevida mi afirmación y también probable es que sea falsa (¿verdadera?), pero tengo un argumento para ello.

   Primero comenzaremos por tratar (e insisto, sólo trato) de decir qué es la ciencia. Para ello es necesario contraponerlo con otra actividad humana que involucra el pensamiento: la filosofía. E intentar definir dichos conceptos me ha llevado unas buenas cervezas y dolores de cabeza en búsqueda de contraejemplos y generalizaciones. Comencemos por decir que la filosofía es el pensar acerca de las ideas.

   Disculparán que sea un poco vaga la definición pero veamos ejemplos de ellos para hacerlo más amable. Por ejemplo, cuando hablamos de ética nos referimos a lo que el hombre juzga como correcto o malo. Sin embargo, a pesar de que hablamos de calificativos de acciones, en realidad lo que se estudia es el hecho del juicio, es decir, la IDEA de lo bueno y malo. Otro ejemplo podría ser la lógica, encargada de revisar las reglas de verdad de las afirmaciones que se puedan dar. Más claro es este ejemplo en cuestión de que la lógica no analiza los objetos tangibles.

   Entonces, en contraparte, la ciencia hará estudio de lo que entenderemos por REALIDAD (cuya definción bastaría para otra entrada de este blog). Y quizás Poincaré me regañaría por escribir esto y le daré la razón, pues en principio es la contraposición de lo que yo creo que hace la filosofía, sin embargo daremos restricciones posteriores.

   Pero ambas utilizan el mismo concepto: la VERDAD. Ahora bien, ¿tiene sentido hablar de ella? ¿Existe la verdad? Y puedo afirmar que sí.

Teorema: la verdad existe
Demostración
   Supongamos que no existe verdad alguna. Entonces el enunciado anterior sería una verdad, lo cual conduce a una contradicción. Por lo tanto (por argumento de reducción al absurdo) existe al menos una verdad.
Q.E.D.

Sin duda el teorema anterior tiene un error por lo cual es inválido... (no diré cual, eso hará que el lector se entretenga con ello). Pero aceptar que existe una verdad se sigue inmediatamente de lo siguiente: si no aceptamos la existencia de una verdad, el ser humano debería estar recostado en el campo como un vegetal. No es posible tratar de explicar sus emociones, ni lo que percibe al caer la lluvia, no podría clasificar los utencilios de cocina... nada de esto, puesto que al no existir la verdad simplemente nada es real. Y como al menos yo no quiero estar tirado en cama, aceptaré la existencia de la verdad.

   Podríamos pensar que la verdad que vemos en el día a día es una ilusión, es un espejismo de algo más. Recuerde la película de the Matrix, la gente vive en una realidad ficticia creada por una computadora. Si la circunstancia de mi persona (o de la tuya que, al parecer estás leyendo esto) es la anterior o un equivalente no hay nada de qué preocuparse. Supongamos que lo que vemos es ficticio, pero no nos es posible deducir lo anterior, entonces, en tanto que de un día para otro la realidad no cambie entonces podemos seguir jugando a que aceptamos una realidad como única.

   Entonces, ¿por qué las matemáticas no son una ciencia? De serlo podríamos ver los números naturales correr en un maratón, quizás hasta los espectadores serían los números restantes de la recta numérica ¿Sería posible que la imaginación de los anteriores quepa el número 'i'? Como conclusión, los números son meras abstracciones, son ideas y nada más.

   En efecto, muchas cosas en matemáticas tienen su equivalente en la vida real. Podemos contar las cosas y medir con los números reales, e incluso podemos interpretar el espacio con la geometría (¿podemos?). Sin embargo, debemos tener cuidado en distinguir cuando hablamos de Física y de Matemáticas. Las matemáticas en sí mismas no dan información sobre lo que existe, sólo dan indicios y ya es labor de las teorías físicas de interpretar los resultados.

H. Poincaré
   Ahora bien, el hecho de que no sean ciencia no les quita su carácter de objetivo, y de eso me ocuparé en varios párrafos. Sin duda coincido completamente con la visión de Henri Poincaré (pronunciado como Genrri Puancaré) en este tema. Este célebre matemático, conocido por ser el último de los matemáticos universalistas  propone que todo lo objetivo es aquello que puede ser transmisible.

   Cuando observamos una obra de arte cada quien tendrá una apreciación distinta de ella, lo mismo pasa cuando vemos las manchas de un leopardo y decimos que son negras sobre una piel de tono dorado. ¿Cómo saber que mi negro no es el morado de otra persona?

   En realidad hasta este momento no hemos realizado una observación objetiva, no hasta el momento. Sin embargo, cuando reconocemos que el negro es el mismo tono que el de la penumbra, entonces estamos realizando una "relación", en donde no importa de qué color vea cada quien la penumbra y las manchas del leopardo, de cualquier forma se verán iguales ambos, y en consecuencia podrá ser transmisible.

   En este sentido la ciencia, si busca ser objetiva, en efecto lo es en tanto que se limite a este tipo de relaciones. Por ejemplo, al estudiar a una especie de ser vivo en particular objetivo sería afirmar que después de un rito X de apareamiento en cierto tiempo T nacerán crías. Si dicho rito es violento, forman figuras estéticas, son adornos meramente antropocéntricos que nada de objetivo tiene.

   Y la pregunta final: A partir de la ciencia ¿es posible concluir una verdad? Y la respuesta en general es NO. No podemos decir que el modelo atómico actual es cierto, sin embargo es más verdadero que otros al responder más preguntas que los otros anteriores. Y es que en la ciencia no tenemos certeza de poder controlar todas las variables, sumado además de que en las mediciones es inevitable cometer errores.

   Y la introducción de métodos matemáticos tampoco garantiza la verdad en la materia. El primer motivo es que las matemáticas no introducen hipótesis nuevas. El segundo es que las herramientas analíticas se vuelven intratables o lo suficientemente difíciles a medida que se contemplan más elementos en el estudio. De la misma forma que las simulaciones numéricas se aproximan al fenómeno estudiado, la ciencia sólo puede aproximarse a lo que tenemos de idea como verdad. Tampoco es para tirar la toalla y llorar por el hecho de ser inalcanzable, no estamos hablando de una mujer a quien se conquista. Si la verdad científica no es alcanzable, ¿no es verdad que es mejor aproximarse a ni siquiera investigarla?

   Otro punto que, tal vez, sea a favor de mi punto respecto a las matemáticas es que éstas SIEMPRE pueden alcanzar que sus afirmaciones se clasifiquen como ciertas o falsas. Quizás me equivoco en lo anterior debido al teorema de Gödel, pero también es posible distinguir aquellas afirmaciones de las cuales no se puede deducir su veracidad, es decir, todo se puede clasificar.

   Ahora, para concluir, al final no importa lo que discutamos sobre la verdad. La ciencia seguirá su progreso sin importarle la definición de lo que hace, hasta el día de hoy muchos declos puentes construídos siguen en pie, a pesar de las limitaciones humanas de pensar en la verdad. El científico como tal no tendría que preocuparse de más, pueden vivir tranquilos de la misma forma que el ignorante vive sin saber sobre la teoría de la evolución.

miércoles, 26 de enero de 2011

Nunca nadie volvió para contarlo.

No pasaba aún de la medianoche cuando, armados con un par de linternas, ella y yo entramos a la vieja fábrica de telas. Recuerdo que alguien me había advertido alguna vez que no traspasara sus pesados portones de hierro, que nunca nadie había vuelto para contar de sus interiores.

   -Esas son boberías- me dijo cuando di el primer paso dentro del oscuro lugar.- ¿O qué? ¿Tienes miedo?

"Por supuesto que no", le dije, aunque estaba temblando de nervios. Y es que nunca he creído en historias de fantasmas o de entes cuya naturaleza no ha sido explicada por la ciencia, sin embargo ¿no es cierto que siempre existe un intervalo de incertidumbre? Pero qué más podía hacer, dentro estaba y la enorme puerta de la fábrica se azotó bruscamente por acción del aire.

   -¿Cuántas veces has venido por aquí?- le pregunté.
   -Más a menudo de lo que te imaginas.
   -¿En serio? No pareces una chica muy aventurera que digamos.

Y en efecto, era de estatura corta y portaba gafas enormes. Llevaba una blusa azul que, en los setentas, hubiera sido muy atrevida, además de una falda más apegado al estilo hippie. Su cabello lacio y largo iba alborotado y no definía precisamente el lugar hacia el cual quería acomodarse.

   -Podrías sorprenderte de ello- me dijo, al tomarme de la mano.


***

   - ¿Estás perdido?
   - ¿Eh?, ahm sí. Venía con unos amigos pero a todos los perdí en el camino, estábamos buscando la vieja fábrica de telas. ¿La conoces?
   - La conozco muy bien.
   - Seguro mis amigos me esperan allá, ¿podrías decirme cómo llego?
   - Es complicada la ruta, nunca darías con ella.
   - Puedo darte una lana, mira, ellos me esperan y llevo ya un buen rato perdido.
   - Tu dinero no me sirve, pero si quieres puedo acompañarte, sólo préstame una linterna.
   - ¿Estás segura? Digo, ya es noche y seguro alguien te debe estar esperando.
   - Algo así, pero digamos que me queda de paso.
   - ¿En serio? Muchas gracias. No sé cómo podría pagártelo.
   - Yo sí, pero eso lo podemos ver luego. Por ahora no pierdas la ruta, y sígueme.

***
Cada vez que la linterna iluminaba un muro o el suelo se podían ver telas de colores casi inimaginables. Por un momento pensé que en su tiempo debió haber sido la productora de las telas más caras del país. Lo más curioso es que de tantas que había, cuando uno pasaba la luz por el mismo punto ya no volvía a ver nada parecido, las telas turquesas desaparecían para abrir paso a las metálicas.

Algo cercano a mi pierna pasó a gran velocidad, no podría decir si corriendo o qué, pero me asusté y dejé caer la lámpara al suelo. Quedé ciego unos momentos y la angustia comenzó a atacar mi sistema nervioso, cuando al fin encontré la lámpara le di un par de golpes para que reaccionara. No tuve éxito.

Más terrorífico que quedar a oscuras fue el hecho de notar que había caminado solo durante quién sabe cuánto tiempo. Grité para ver si la chava con la que venía o alguno de mis compañeros corría a mi rescate. Por vez primera entendí lo que significaba un grito ahogado y la parálisis de miedo, tropecé con una tela y permanecí en el suelo por mucho tiempo. Sentí en mis mejillas una ligera corriente de aire, sutil, limpia, blanca.

Decidí arrastrarme por el suelo para evitar hacer ruido alguno, en eso sentí un par de piernas en la oscuridad. Juro que grité en el momento en que un par de brazos me tomaron y me levantaron, una luz intensa brilló en mi cara dejándome aturdido.

   - ¡Güey! ¿Qué pedo? ¿Dónde te habías metido?
   - ¿Jorge?- pregunté.
   - No, pendejo. El Chapulín Colorado... pues sí, escuchamos tus gritotes de vieja y vine a buscarte.
   - ¿Dónde están todos?
   - No vas a creer esto hermano, es el paraíso.
   - No mames cabrón, no me chingues.
   - No güey, ven y velo por tu cuenta.

Me aferré al brazo de Jorge para no volver a perder la pista. Cuando volví en mí estábamos en una especie de bodega enorme, la luz de la noche entraba no sé por donde pero estaba completamente iluminada. Sobre los montones de telas había una colección impresionante de cuerpos revolcándose por pares, una orgía entre mantas rojas brillantes de seda. Todos mis amigos estaban besando mujeres hermosas, que en mi vida creí que podría encontrar.

Jorge se despojó de su ropa en un segundo y corrió hacia una de ellas, alta, pelirroja y con unos senos bien definidos. Mientras contemplaba la erótica escena, me tomaron de la mano y una boca se acercó a mi oreja, "ya sé cómo puedes devolverme el favor" decía, y al voltearme vi que la chica que fue mi guía se desnudó al momento, dejándome ver su anatomía completa.

Caminó hacia mí y comenzó a quitarme la camisa y el pantalón con destreza, casi ni pude saber el momento en el que mi piel entró en contacto con el frío del lugar. La besé y ella nos envolvió en una sábana negra que brillaba con la Luna, acaricié sus redondos pechos con lujuria y la penetré casi al momento. Ella se aferró de mi cuello y comenzó a agitarme el cabello, al ritmo del placer. Tenía sus manos en mis nalgas y las apretaba cuando un orgasmo le ordenaba que lo hiciera, una y otra vez. Y juro que la amé, como nunca pude amar a nadie en mi vida. Entre sus gemidos alcancé a escuchar un susurro de sus labios.
   - Quédate conmigo.
   - Así será.
   - Por siempre.

***
   - Oye, ¿falta mucho?
   - No tanto.
   - Es que ya es noche y seguro tengo que llegar a casa, ¿tú vives sola? Digo porque parece que te manejas muy bien por tu cuenta. No digo que a lo mejor no tengas a nadie, no, seguramente tu novio te conciente mucho y quizás hasta debe estar preocupado por ti. ¿Novia yo? No, no te creas, creo que no soy del estilo que puede estar mucho tiempo con alguien en ese sentido, si me entiendes. Tuve alguna vez una relación muy alocada, ya sabes, la pasión y esas cosas pero no funcionó. Y es que cuando las cosas no son, pues no son, eso es lo que siempre digo yo, por ejemplo, cuando veníamos para acá Jaime se quedó porque se puso hasta la madre con una chela que nos tomamos. Dice que empezó a ver cosas y ya sabes, lo que la borrachera te hace ver. Yo nunca he creído en los muertos, ¿qué opinas? ¿Crees en los muertos?
   - ¿Siempre hablas tanto o estás nervioso?
   - ¿Nervioso? No, para nada, todo chido. Pero pues uno nunca sabe qué se puede encontrar en estas cosas. Yo más bien creo que miedo hay que tenerle a los vivos, digo, a última instancia los muertos qué. Es más tan no son de miedo que hasta hay una leyenda que dice que una vez que uno muere, cuando llega la Flaca, uno le tiene que poner con ella para pasarse del otro lado, ya sabes, allá donde ves a los esqueletos y a los que tienen el cuerpo translúcido. Así que imagínate, si para pasar entregar los tennis uno tiene que tener sexo con la huesuda, pues qué a toda madre ¿no? De hecho yo sí he tenido sueños eróticos así, me pregunto ¿Cómo será la Muerte? Digo, a lo mejor y sí está bien delgada, pero igual y es una rubia medio agringada con unos pechos enormes, ¿o tú qué piensas?
   - Yo no creo en la Muerte, pero si en los muertos.

(Ella, con sus delgadas manos, abre los enormes portones de la fábrica de telas. Ambos entran)