Mujer: ¡Enfermera!
Hombre: ¡Shhh! Calla, no dejes que venga.
M: Pero estás... dijeron que no sabían si...
H: Ya, no te preocupes. Ven, acércate, no tengo mucho tiempo.
M: ¡Ay, Dios!
(Silencio. Se quedan viendo. Ella gira la cara)
H: Sigues siendo tan hermosa como cuando te conocí.
M: Ya no estamos para esos comentarios, los años nos han tocado. Mírate, en una camilla. Y yo, yo sin...
H: No miento, siempre lo he creído.
M: ... Escucha, tengo algo que decirte. Quizás debí decírtelo hace años, tal vez antes de casarnos. Pero... yo...
H: no me amaste...
M: No es...
H: Tranquila, lo sé. Lo supe durante mucho tiempo. Lo supe y no. En verdad eres una gran actriz, siempre lo supe, y qué mejor que nuestra propia vida juntos para convencerme de ello.
M: ¿Por qué no hiciste nada?
H: ¿Yo? ¿Y por qué habría de hacer algo?
M: Pues ¿cómo pudiste vivir tantos años conmigo? Yo, una mujer que pocas veces te amó.
H: Mi cielo, con esas veces me bastaron. Y como te lo dije, eres una excelente actriz. Fingiste tantos años ser una adorable mujer, una excelente madre y la mejor de las esposas. Siempre lo supe, pero al mismo tiempo me creí que no era así.
(Ella se levanta dispuesta a irse. Él le sostiene la mano. Está frío.)
H: No sabía por qué no te fuiste, hace unos momentos lo descubrí (ella quiere hablar, pero la interrrumpe). Fuiste feliz y no. Querías tener hijos y no. Querías un esposo que te cuidara y no. Querías tener una linda casa en un bonito vecindario, manejar en autos o camionetas del año, tener vacaciones en el extranjero y hasta 3 veces al año... Y no. Tampoco lo querías.
M: ...
H: Te observaba cuidar a los niños, con suma dedicación, hasta que en largos momentos desearas estar lejos, muy lejos de esta casa. ¿Recuerdas el primer cumpleaños de Miguel? Compraste todo para celebrarlo, pero no invitaste a nadie, bueno, de eso me di cuenta después. Y así fue, como cuando nos fuimos de segunda luna de miel, que te encerraste todo el trayecto del viaje en crucero y sólo salías por las noches a recorrer el barco... Como una fantasma.
M: ¿Y según tú por qué no me fui?
H: Porque no creíste que fueras más feliz de otra forma. Porque al final cuando éramos jóvenes disfrutamos todo, y eso te ató más y creíste que sin ti yo no hubiera podido salir adelante. Después nacieron los niños (recapacita), vaya, es increíble que siendo abuelos aún les diga niños... siempre serán unos niños para mí.
M: ¿Y lo hubiera sido?
H: No lo sé, cariño. Eso era algo que tú debiste analizar. Y seguro sabes la respuesta...
M: ¿Y tú, por qué no hiciste nada?
H: ¡Porque yo era feliz! Sigo siendo feliz. Compartí el resto de mis días con la mujer que amaba.
M: Aunque ella no te correspondía.
H: Aún así. Porque al final le enseñé a mis hijos los valores que creíamos convenientes. Porque te hice el amor de mil y un formas, me enseñaste las posiciones que te gustaban y pervertimos de todo. Nunca nos frenamos. Y cada orgasmo que tenía me aferraba más a tus senos y a tu sexo, a tu cabello y más que nada a tu verbo. Tu forma tan arrogante de hablar, y tan culta. Hice todos mis planes contigo, con la mejor actriz que pudo convencer a su marido, a sabiendas de que era un guión, de que vivieron felices por siempre.
(Ella llora)
H: Oh no, ven, no quise herirte.
M: No lo hiciste. Tienes razón en todo.
(Se acerca a él. Se besan. Ella sigue llorando. Él le limpia las lágrimas, le acaricia la cara y le sonríe.)
H: Bueno. Es hora de irme, me he pasado un poco de tiempo y debo tomar el tren. ¡Te extrañaré, amor mío!
M: Espera, ¿a dónde vas?
(Ella despierta. Se encuentra en la habitación. Su esposo recostado, conectado a maquinas.)
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BIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIP
M: Sí, sí lo fui...
(Oscuro. Fin del intermedio.)