Aunque debo ser sincero, yo jamás me lo pregunté. Preguntárselo, decía yo, era exactamente lo mismo que perder el tiempo cuestionándonos qué pasaría si los ángeles respondieran todas las plegarias, o si el gato de Schrödinger estaba vivo o muerto.
(¡quítate de problemas y abre la maldita caja!)
Aún no se me bajaba la erección cuando me preguntó
- ¿Cómo cogerías en un un universo paralelo?
- ...
- No seas aguafiestas, piensa un poco de eso.
No dije nada, me puse los bóxers y un pantalón y salí a prepararme un café,
(sabores amargos para preguntas amargas)
pero ella no parecía ceder.
- ¿Cogerías como algún animal? No lo sé, quizás como pato o como cocodrilo. ¿Te imaginas que en un universo paralelo seas un mandril?
- ...
- Yo creo que te dejarías domar. Ya sabes, te dejarías amarrar y dar de latigazos.
- ¿Cómo sabes que en estos "universos paralelos" se es el antónimo de lo que vivimos? ¿Acaso sólo existe un único universo paralelo?
(Sí, es cierto, nunca hay que debatir racionalmente lo que los y las artistas toman como inspiración para crear)
Para disculparme por mi actitud racionalmente arrogante la busqué en su departamento. El resto de la banda no dejó de tocar cuando entré. Una versión verdaderamente decadente de "You know who I am" de Leonard Cohen. Y su mirada, esos ojos...
(If you should ever track me down, I will surrender there)
En ese momento, al verla tan dentro de la guitarra,
(o la guitarra tan dentro de ella)
entendí un principio básico: para la música, no existe razón.
No sabría decir si mi descubrimiento me produjo excitación o angustia. Tampoco sé decir lo mismo de su presencia (o la mía, en este caso), pero cuando todos los demás se fueron
- ¿Nos vamos?
No dijo nada, sólo me vio. Una sonrisa resignada. ¡Bendita música, emoción ajena a la razón!
(Well I am the one who loves changing from nothing to one)
Ese día por la tarde, después de ir a un concierto en la explanada del CENART, fuimos a comer. En la entrada, ella se emocionó y corrió a abrazar a un hombre alto, que iba acompañado de una mujer... ¡Qué mujer!
(You've stared at the sun...)
- ¿Cómo has estado? ¿Qué estás haciendo ahora?- le preguntó el hombre.
- Bien, sigo con la banda.
- ¿Aún en la onda psicodélica?
- No, estamos más en un período menos experimental y un poco más clásico. Ya sabes, de Leonard Cohen para abajo en la escala depresiva.
(Silencio. Nadie opinaba)
- ¡Qué grosero! Perdón, no me presenté- a mí-. Yo soy Luis, músico también. Ella es mi novia Gaby.
- ¡Qué tal! Un gusto- dijo ella.
- ¿También le haces a la música?- pregunté.
- No, soy matemática.
Nosotros reímos, y ellos no entendían nada.
- Perdón, es que él también es matemático.
- ¿En serio? Vaya coincidencia- dijo Luis.
- Como universos paralelos.
(... you... know who I am...)
- ¿Y a qué área de las matemáticas te dedicas?
- A la topología en general, ahorita estoy un poco más dentro de la Topología Diferencial, ¿y tú?
- Sistemas dinámicos.
Las conversaciones tomaron rutas ajenas. Una auténtica cruz de comunicación por como estábamos distribuidos en ese momento, de frente.
No dijimos nada en todo el camino.
Nada.
Excepto un par de palab...
- ¿Sería bueno intent...?
- Sí, lo sería.
Silencio. Ese día fuimos a la cama y cogimos como animales.
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- ¿Dónde está Luis?
- Dijo que iba a ver a una amiga de hace años. ¿Qué le dijiste a tu correspondiente?
- Que estaría con una amiga.
- ...
- ...
- ¿Quieres café?
(Sabor amargo para conclusiones amargas)
- Por favor- me entrega la taza. Es bueno, se ve que es matemática.- ¿De qué trata el problema que querías plantearme?
- Es un problema de topología que se relaciona con lo que tú haces. La pregunta es sencilla, si suponemos la existencia de al menos un universos paralelo al nuestro, que está en constante movimiento, ¿existe algún tiempo finito en que se intersecten estos universos? ¿Qué ocurriría en ese caso?
Los dos lo entendimos. No se trataba de un modelo matemático, ni de una teoría que revolucionara a la ciencia. No. Esto era un experimento. Observamos el problema cuando nos encontramos por primera vez, ambos analizamos y planteamos las mismas hipótesis, y venía a entrar a juego la parte de la experimentación. Había deseo, una tensión sexual que pudo hacernos lucir nuestros genitales con tan sólo chasquear, o producir un sonido, o... música.
- ¿Te molesta si pongo algo de música?
- No te basta escuchar música todos los días, ¿verdad?
- Es que la música es emoción pura. No hay razón, todo se basa en los sentimientos.
Tomé un disco al azar. Leonard Cohen (otra vez). Me pregunté si a ella le estarían pasando este tipo de cosas, ¿tomaría él un libro y encontraría uno de topología? ¿Hablaría ella de las leyes dinámicas de esta coincidencia? Hay ocasiones en que me gustaría tanto hablar con el Demonio de Laplace...
- ¿Qué te pasa?
- Esto marea- le dije mientras entrábamos a su habitación, preguntándome una y otra vez por qué cuando la razón estaba siendo puesta a prueba es cuando más música necesitaba en mis oídos, en mi cara, cuando más náuseas comenzaba a sentir...
(And I will leave you one broken man)
- Tengo curiosidad por saber cómo coges- me dijo. Y sí, definitivamente perdí.
(I am the distance you put between all of the moments that we will be)
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- Si la música es emoción pura, ¿qué ocurre cuando compones sin saber exactamente qué sientes?
- ¿Cómo puede pasar eso? Digo, el no saberlo.
Tomó un cigarro, dejando caer las cenizas sobre mi vientre desnudo.
- Oye, tengo una pregunta, ¿te agarraste a Gaby?
No respondo. No sé qué sentir. Pero no es música de lo que hablamos, sino de ciencia. De experiencias, de hechos y de verdades.
- No creo en los universos paralelos.
(You know who I am...)